Lago Sevan 

El lago Sevan es “la playa” de Armenia. Encerrado por las montañas a 1.900 metros sobre el nivel del mar, el lago azul turquesa ocupa unos 1000 km² y entre julio y agosto es lo suficientemente cálido como para nadar en sus cristalinas aguas. Como lago de agua dulce que es no hay sal que reseque la piel y en la orilla proliferan fantásticos restaurantes que sirven especialidades regionales, trucha crujiente asada y deliciosa langosta, a menudo servida a modo de kebab. Tienes a tu disposición motos acuáticas, barcos o tablas de windsurf que puedes alquilar, o mejor simplemente túmbate y ponte al sol en la playa arenosa y admira las inmensas montañas azules que se levantan en torno al lago. Aléjate de la multitud y alquila un coche y conduce alrededor del lago hasta encontrar algún rincón solitario y conviértelo en tu propia playa privada, o toma asiento en algún café para paladear licor de granadina o de albaricoque y observar la puesta de sol allá a lo lejos en la línea del horizonte donde el lago se metamorfosea en llamaradas de oro reluciente y tembloroso.

Parque nacional Seván
Un motivo más que excelente para visitar esta pequeña ciudad del lago es el Parque Nacional que lo enmarca y que fue establecido en 1978 al objeto de proteger el lago y los hábitats circundantes para provecho de las generaciones futuras. Gestionado por el Ministerio de Medio ambiente, que regula el uso de las tierras, la conservación y la pesca en el lago, el Parque Nacional de Sevan es uno de los dos parques nacionales con los que cuenta Armenia. La vida natural aquí es abundante, con mamíferos tales como lobos, chacales, zorros y martas; muchas especies autóctonas de serpientes y largartos; aparte de de una abundante cantidad de especies de aves como no podía ser menos en un lago de tales dimensiones. Sobreabundan igualmente especies de plantas autóctonas alrededor del lago, muchas de las cuales se emplean con fines medicinales o culinarios; por último mencionemos la gran variedad de especies de pescado de agua dulce como truchas, carpas y barbos. Como la práctica de la pesca está estrictamente regulada, los hábiles pescadores de la zona han tenido que recurrir a medidas un tanto desesperadas para vender la pesca del día. Conforme vas atravesando las orillas del lago, podrás vislumbrarlos con ostentosos gestos de manos que indican el tamaño del pez que han ocultado a la vista para su posterior venta.